En el Mensaje de Felicitaciones Navideñas, Madre General , Sor Chiara Cazzuola, se basa en los orígenes del Instituto FMA:
“…¡Ven pronto!”- Escribe desde Mornese don Costamagna a Don Cagliero – Aquí en casa todo camina por sí solo y fluye como una balsa de aceite; tanto es el calor del amor de Dios que tuvo lugar en las santas fiestas navideñas” (Cronohistoria, II p. 139).
Queridas hermanas,
quiero llegar a vosotras no sólo virtualmente, sino sobre todo con el corazón y la oración, sí, vayamos a Mornese, como etapa en el camino hacia Belén, ya cercano. Vivamos este momento importante en el recorrido del 150º de la fundación del Instituto apropiándonos un poco de aquel amor fervoroso de Madre Mazzarello, de nuestras primeras hermanas y de las primeras chiquillas. Apropiémonos un poco de aquella energía joven y contagiosa: en Mornese todo era joven y recién iniciado, y transformaba en vitalidad las emociones, las relaciones, la oración, la actividad. Amor no precisamente ingenuo y dulzón, sino adorador y humilde ante el misterio insondable de la encarnación. La Madre y todas ellas podrán besar el pie de la hermosa estatua del Niño Jesús, que ahora se conserva en Niza. Pero esta ternura no es sentimentalismo devocional estéril, es fe, es gratitud por el don de la salvación que ese Niño trae al mundo con la ofrenda de sí mismo en obediencia al Padre. Es un compromiso renovado con el discipulado.
Madre Mazzarello escribía así a sor Adele David, directora de la casa de Bordighera, el 27 de diciembre de 1879:
“He recibido vuestra carta, os agradezco las felicitaciones y las oraciones que me hacéis y que aprecio de todo corazón. Que Jesús os las corresponda con muchos gestos de amor, y yo a cambio he orado a este tierno Niño Jesús por vosotras. ¿Estáis contentas? Os he repasado a todas vosotras por vuestro nombre, he dicho: sor David, sor Carlotta, sor Giuseppina y sor Marietta, he dicho que os dé su humildad, el desapego de vosotras mismas, el amor al sufrimiento y aquella obediencia pronta, ciega, sumisa que Él tenía a su Eterno Padre, a San José, a María y que practicó hasta la muerte de cruz. Le he dicho que os dé caridad y aquel desprendimiento total de lo que no es Dios, la paciencia y una perfecta resignación a la voluntad de Dios” (C 33).
Que las felicitaciones de Madre Mazzarello en la parada en Mornese, camino de Belén, nos animen a asumir en la vida y en la misión los rasgos cada vez más parecidos a Jesús y nos hagan más conscientes del evento que estamos a punto de celebrar.