Violencias que se cruzan: entre pantallas, cuerpos y silencios

Lo que no se ve también pesa

Hay violencias que rompen a gritos, pero también existen aquellas que se instalan en los gestos pequeños y en los silencios que nadie nombra. Habitan en miradas que encogen el ánimo, en palabras que desdibujan la autoestima, en comentarios que minimizan el daño y en ausencias que aíslan.

Se cuelan en lo cotidiano, en lo íntimo y, cada vez con más fuerza, en lo digital. Lejos de los titulares y de los focos informativos, estas violencias se expresan cerca del cuerpo, afectando la vida emocional, social y relacional de quienes las sufren.

En este contexto, “Entre pantallas y silencios” no es solo un título evocador: es una descripción precisa de cómo muchas mujeres, niñas y adolescentes transitan hoy un mundo donde la violencia muta, se desplaza y se camufla entre espacios presenciales y digitales. Lo que ocurre en una pantalla no se queda en la pantalla; deja huella en la vida entera y condiciona la forma de habitar el mundo.

Según Naciones Unidas (2024), entre el 16 % y el 58 % de las mujeres han sufrido algún tipo de violencia digital, recordándonos que ningún clic es neutro cuando el daño atraviesa la dignidad.

Cuando las violencias se cruzan

La violencia de género no aparece de manera aislada. Con frecuencia se entrelaza con desigualdades estructurales que atraviesan la vida de muchas mujeres: el género, la edad, el origen, la racialización, la clase social, la discapacidad o la orientación sexual.

Cada una de estas capas puede sumar barreras adicionales, estrechar caminos, multiplicar miedos y dificultar el acceso a recursos de protección. No es la identidad lo que duele, sino el conjunto de desigualdades que se acumulan alrededor de ella.

En España, las estadísticas oficiales recogen miles de mujeres víctimas de violencia de género cada año. Sin embargo, estas cifras, ya de por sí alarmantes, no alcanzan a reflejar la magnitud de todas las violencias simbólicas, emocionales, económicas o digitales que siguen sin nombre, sin denuncia y sin espacio en los registros. Hay dolor que no aparece en los informes, pero que pesa en la vida diaria de miles de mujeres.

Entre pantallas y cuerpos

La violencia digital no es un fenómeno ajeno a la realidad física. El acoso en redes, los deepfakes, la difusión de contenido sin permiso, las amenazas, la manipulación emocional mediante tecnología, el control a través del GPS o el acceso no autorizado a dispositivos no son “cosas de Internet”: son expresiones contemporáneas de los mismos sistemas de desigualdad que sostienen la violencia de género.

Lo que empieza en una notificación puede terminar ocupando la mente, afectando al sueño, alterando el rendimiento escolar, condicionando la vida laboral o rompiendo vínculos familiares. Nada que afecta a la dignidad puede considerarse virtual.

En el caso de las niñas y las chicas jóvenes, la exposición es aún mayor: cuanto más presentes están en redes, más riesgo de humillación, chantaje, manipulación o violencia sexual en entornos digitales.

El cuidado como respuesta profunda

Ante violencias que se entrelazan, la respuesta no puede ser superficial. Cuidar también es un acto político y profundamente transformador.

Implica acompañar sin reducir las historias, escuchar sin juicio, proteger sin imponer caminos y reconocer todas las capas que atraviesan una vida. Cuidar significa generar un entorno en el que cada mujer, niña o joven pueda respirar sin miedo, reconstruir su confianza y encontrar un espacio donde su experiencia sea tomada en serio.

El cuidado que transforma es aquel que mira hondo, que no simplifica vidas complejas, que entiende el contexto y que sostiene de manera constante. No se trata solo de intervenir ante una situación concreta, sino de construir un tejido comunitario que actúe como red de apoyo, prevención y protección.

El compromiso de las Plataformas Sociales Salesianas

Las Plataformas Sociales Salesianas acompañamos cada día a niñas, jóvenes y mujeres en sus trayectorias personales y comunitarias, muchas veces marcadas por desigualdades que nunca debieron existir. En nuestros proyectos convivimos con historias diversas, con violencias visibles e invisibles, con caminos que se entrecruzan y exigen una mirada amplia, profesional y profundamente humana.

Trabajamos junto a comunidades que buscan sanar heridas, junto a equipos educativos que sostienen procesos, y junto a jóvenes que reclaman espacios seguros donde existir sin tener que justificar su presencia.

Nuestro compromiso es firme: poner el cuidado en el centro, fortalecer la prevención, promover la igualdad, garantizar entornos seguros y construir redes que protegen, acompañan y transforman.

Porque las violencias se cruzan, sí. Pero también se cruzan los vínculos que curan, las palabras que acompañan y las manos que ayudan a caminar sin miedo.

Materiales para descargar y trabajar en comunidad

Con motivo del 25N, ponemos a disposición dos materiales para la sensibilización y el trabajo educativo en grupos, equipos y comunidades:

Sobre el Proyecto ASI

Estas acciones se enmarcan en el Proyecto ASI, impulsado por la Coordinadora Estatal de Plataformas Sociales Salesianas, que trabaja por entornos seguros y libres de violencia para la infancia, la adolescencia y la juventud.

El Proyecto ASI cuenta con la financiación del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, a través de la convocatoria de Actividades de interés general consideradas de interés social (IRPF).

Gracias a este apoyo, seguimos impulsando igualdad, generando materiales de sensibilización y fortaleciendo el acompañamiento educativo para que ninguna violencia —tampoco la digital, tampoco la que se cruza con otras desigualdades— quede sin nombre ni respuesta.

Fuente: Plataformas Sociales Salesianas