La reliquia de Sor María Troncatti ya está en la Casa Generalicia

El 24 de septiembre, la comunidad María Auxiliadora de la Casa Generalicia, junto a la Superiora General del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, Madre Chiara Cazzuola, y a las consejeras presentes, vivió de un modo muy especial la conmemoración mensual de María Auxiliadora con la celebración eucarística presidida por el Postulador para las Causas de los Santos de la Familia Salesiana, don Pierluigi Cameroni, y concelebrada por don Gabriel de Jesús Cruz Trejo, su colaborador. Ellos trajeron el relicario con una preciosa reliquia de Sor María Troncatti, en vista de su inminente canonización, prevista para el 19 de octubre de 2025.

La Secretaria general, sor María Luisa Nicastro, introdujo el momento diciendo: “Al acoger la reliquia de sor María Troncatti, reconocemos y alabamos la acción de la Gracia que hizo de ella una prolongación del amor misericordioso de Cristo: Él todavía hoy se hace presente para sanar, consolar y enviar. En comunión con el Instituto, a la intercesión de S. María Troncatti, pronto Santa, confiamos la paz, a cuantos sufren en el cuerpo y en el espíritu, la santidad de cada una de nosotras y del Instituto”.

La reliquia es una falange de la mano de Sor María, y en la homilía, retomando la Palabra de Dios del día, D. Pierluigi compartió el valor simbólico de las manos de esta gran misionera.

Al igual que el sacerdote Esdras, “también Sor María vivió su vida tendiendo las manos hacia el Señor, con súplicas y abandono, y extendiéndolas hacia el prójimo en señal de ayuda, consolación y sanación”. Y, como los discípulos del Evangelio, “también sor María fue misionera del Evangelio, anunció el Reino de Dios, sanó a los enfermos, fue de pueblo en pueblo, realizó sanaciones en el alma y en el cuerpo. Es muy importante que aprendamos a leer la vida de los santos, y nuestra vida cotidiana, siempre a la luz de la Palabra de Dios, porque el Evangelio debe hacerse carne”.

Don Pierluigi releyó a continuación algunos pasajes de la vida de sor María Troncatti fijándose en sus manos que acogieron, ayudaron, cuidaron, bendijeron: “manos que curan y sanan”, como en el primer encuentro con los Shuar, cuando le piden que extraiga una bala del cuerpo de la hija del jefe. Inicialmente le pone una mano sobre la frente que ardía por la fiebre; luego, invocando a María Auxiliadora, consigue curarla: “Como impulsada por una mano ignota, la bala salta fuera y cae al suelo”.

Don Pierluigi comenta: “Estas manos deberán quitar muchas balas, no físicamente, sino aquellas balas que expresan violencia, venganza, odio, es una mujer de reconciliación. Sus manos son manos reconciliadas y por lo tanto se convierten en instrumento de reconciliación”.

Son “manos orantes” porque en toda su vida “acompaña su acción fuerte y decidida siempre con la oración, y en estas manos corre siempre el santo rosario. Son manos que interceden, son manos que se confían a María Auxiliadora. Su ‘botiquín’ se convierte así en ambulatorio para las almas: no basta con solo curar los cuerpos, hay que tocar y alcanzar la curación total de la persona”.

También son “manos milagrosas”. El postulador observa que este aspecto emerge también de las fotografías de la ahora santa, donde mantiene las manos sobre la cabeza de los enfermos. Y al relatar el episodio de un hombre quemado por el fuego, que salió completamente sano, sin ninguna señal o cicatriz en la piel, concluye: “Dios lo curó a través de las milagrosas manos y las oraciones diarias y el corazón materno de sor María”.

La misma S. María, cuyas manos deberán apagar el fuego del odio y de la venganza, es a su vez protagonista de un episodio similar cuando de niña, durante el verano en el Col d’Aprica, es alcanzada por la llama de una hoguera encendida con los otros pastorcillos, de la que la salva providencialmente un hombre que pasaba por el camino. El riesgo para ella es no poder usar nunca más las manos. “Sin embargo, pocas horas después, las manos y los brazos vuelven a estar sanos y bellos, sin ninguna señal de quemadura, mientras que las cicatrices en las piernas permanecerán toda la vida”.

El Celebrante comenta: “Diría que esto se convertirá un poco en el signo de toda su existencia, porque deberá apagar muchos fuegos: de odio, de violencia, de venganza… Esta mujer, que a través de sus manos se convierte en una mujer de paz, una mujer de reconciliación. La intercesión que debemos pedir es que apague también en nosotras alguna ‘hoguera’, que nos ayude a ser mujeres de paz y de reconciliación”.

Y finalmente son “manos que se abandonan en Dios”. “Muy hermosa la foto que la representa con las manos cruzadas bajo el crucifijo, para indicar toda una vida entregada en el carisma salesiano más puro: la unión con Dios en la liturgia de la vida, en la laboriosidad apostólica”. Don Pierluigi recuerda la capacidad de Sor María de consolar a las hermanas en el momento dramático de tensión que se crea en Sucúa: “Hijitas, no temáis y no tengáis miedo por todo lo que ha sucedido; abandonémonos en las manos de Dios”.

“Esta es la santidad – añade el Postulador – pasar de nuestras manos a la entrega total en las manos de Dios”.

«Las palabras de despedida a las hermanas – ‘Confíen en la Virgen Auxiliadora y verán que esta angustia no durará mucho tiempo: ¡muy pronto llegará la tranquilidad y la calma! ¡Yo se lo aseguro!’ – pueden ayudar a valorar la presencia de la reliquia con esta luz: una mujer que con sus manos fue laboriosa, orante, totalmente donada a Dios y al prójimo», concluyó. (Texto completo)

La noche anterior, en las Buenas Noches a la Comunidad de Casa Generalicia, Madre Chiara había anunciado la llegada de la reliquia subrayando la importancia del momento como una de las etapas hacia la fecha de la Canonización. Después de Santa María Doménica Mazzarello, Sor María Troncatti es la primera FMA que será canonizada y la Madre quiso destacar su capacidad, como misionera y enfermera, de curar el espíritu a través de la sanación del cuerpo: “una especie de evangelización muy concreta”.

La reliquia permanecerá en la Casa Generalicia hasta la Eucaristía de la mañana del 2 de octubre para la veneración de las FMA y de todos aquellos que lo deseen.

Fuente: Instituto FMA