El 15 de octubre se celebra la Fiesta de Santa Teresa de Ávila, reconocida y querida por San Juan Bosco como Patrona del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora.
En las Constituciones del 1885 (XVII, 9) se lee: “Se celebrarán con particular devoción y solemnidad las Fiestas de San José, de San Francisco de Sales y de Santa Teresa de Jesús que son los Patronos particulares del Instituto”. Se trata de una indicación que está presente hasta las Constituciones actuales, sin ulteriores especificaciones: “Honraremos de modo especial a […] S. Francisco de Sales, S. Teresa de Jesús que nuestro Fundador dio come Patronos al Instituto”(Const. 45).
Por medio de un estudio atento de las fuentes, se puede colegir que la formación espiritual de Maria Domenica Mazzarello y de las Hijas de la Inmaculada (FMI) es en gran parte “teresiana”. Se puede hablar de un influjo directo por medio de la lectura de algunas obras de la Santa – ej. Libro de la Vida; Camino de Perfección – o bien indirectamente, a través de la mediación de Giuseppe Frassinetti, gran amigo y maestro de don Domenico Pestarino. Sus obras ascéticas, en efecto, están impregnadas de la doctrina de la Santa.
Gracias a la actuación formativa de Frassinetti, las FMA llegan a conocer algunas partes del Camino de perfección recordadas en la contribución: Pater noster de Santa Teresa de Jesús. Tratado de la plegaria (Parma 1860), elaborado por él mismo a partir de la espiritualidad de la Santa de Ávila.
En la elección de Santa Teresa como Patrona, Don Bosco se sitúa en continuidad con la tradición espiritual de las FMA. Además, son muchos los elementos comunes entre la espiritualidad “teresiana” y la de Don Bosco propuestas a las Hijas de María Auxiliadora: el realismo espiritual; una espiritualidad unitaria en la que todos los aspectos de la vida se unifican por el amor; una plegaria sencilla y afectiva hecha de corazón y con el corazón; la alegría como elemento característico de una espiritualidad sana y juvenil; la armonía entre vida activa y contemplativa; el amor filial a la Virgen.
Se profundizan dos en particular:
La alegría
En las Constituciones del 1885, Don Bosco añade en el artículo correspondiente a la Maestra de las novicias un subrayado muy significativo:
“S. Teresa quería a las Religiosas alegres, sinceras y abiertas. Por tanto la Maestra de las Novicias procurará precisamente que sean así sus alumnas, porque las Hermanas de tal carácter son las más adecuadas para inspirar a las jóvenes y a las personas del siglo el estimar y amar la piedad y la Religión” (Reglas o Constituciones para le Hijas de María SS. Auxiliadora agregadas a la Sociedad Salesiana, Turín 1885, Tit. IX,5).
En una visita suya a la comunidad de Alassio, Don Bosco preguntó a las FMA: ¿Estáis todas alegres?” Y siguió: “¡Os recomiendo santidad, salud, sabiduría y alegría! ¡Haceros todas unas Santas Teresas! Recordad que el demonio tiene miedo a la gente alegre. Él os tentará con el desánimo por el gran trabajo que tenéis (hablaba en el taller)” (MB X 648).
Ya en el oratorio, en el programa dado a las FMA en el 1869, Don Bosco proponía algunas prácticas de vida, alguna sencilla sugerencia pedagógica y algunos elementos fundamentales de la espiritualidad salesiana que modelaban el pequeño grupo, en línea con cuanto ya se realizaba en la Casa de la Inmaculada. Entre los elementos propuestos encontramos lo que respecta a la formación del carácter: “Trabajo constante sobre la naturaleza de cada una para formarse un buen carácter, paciente, alegre, que haga amable la virtud y más fácil el vivir juntas” (Cronohistoria I, 225).
La alegría está aquí contemplada en clave pedagógica. El gozo, que es ante todo fruto del Espíritu, es contagioso; quien está alegre transmite paz, luz, serenidad, porque la alegría proviene de la conciencia tranquila. Un corazón gozoso es el resultado normal de un corazón que arde de amor de Dios, de un corazón pobre, libre de toda posesión e intensamente habitado por Dios; un corazón que sólo de Él espera todo bien. En este sentido la alegría es trascendente.
Santa Teresa da una gran importancia al recreo, momento en el cual las hermanas se encuentran para compartir, hablar, estar alegremente juntas, manifestando el Amor que las habita. Un aspecto pedagógico rico de significado.
La alegría, además, es un elemento que evidencia que Dios está actuando en el corazón de las criaturas. Sentir alegría es una “operación mística”. Sólo puede venir de Dios, por un motivo que no es sólo terrenal, sino que es el fruto del Espíritu. En este sentido, la alegría es un criterio de una vida espiritual sana.
La Virgen, la verdadera Superiora de la comunidad
El mismo día de la profesión religiosa de las primeras once FMA, Don Bosco confirmaba a Maria Domenica Mazzarello en el papel de Superiora y aseguraba: ”Por ahora ella tendrá el título de vicaria, porque la verdadera Superiora es la Virgen” (Cronohistoria I, 308). Parece que la decisiva afirmación de Don Bosco sobre el rol particular de la Directora de la casa reconocido a María Santísima está en unirse a una tradición teresiana conocida en el ambiente salesiano y probablemente también en Mornese. En efecto, teniendo Santa Teresa que asumir el difícil encargo de priora del monasterio de la Encarnación, pone en su lugar en el coro la imagen de María. El hecho está narrado por Giovanni Bonetti en la biografía publicada en el 1882, con ocasión del tercer centenario de la muerte de Teresa de Jesús, y propuesto a las FMA de la Casa de Chieri que lleva su título:
“Otra táctica usó Santa Teresa para terminar de ganar el corazón de todas, y para que todas ellas fueran para Dios. […] pocos días después de su llegada a la Encarnación llamó al Capítulo, es decir, a la reunión de las hermanas; pero en el coro, sobre la silla de la Priora ella colocó la estatua de la Virgen con las llaves del monasterio en la mano […]. La Santa, tomando un taburete y sentada junto a la imagen de María, dijo así: “El cargo de Priora, hermanas mías, está tan lejos de mis pensamientos como yo estoy lejos de merecerlo. […] Precisamente por esta debilidad mía no quiero ser Priora del Monasterio, excepto de nombre. La verdadera Priora será Nuestra Señora que está delante de vosotros” (Giovanni BONETTI, La rosa del Carmelo o S. Teresa di Gesús: notas sobre su vida, Turín SEI 1909, 238-239).
La inspiración teresiana se ve confirmada en otro gesto muy significativo de Maria Domenica Mazzarello: el de dejar cada tarde las llaves de la casa a los pies de la estatua de María Auxiliadora (Cronohistoria II 132).
Fuente: Instituto FMA