Fiesta de la Gratitud Inspectorial

“La gratitud es la memoria del corazón”. Siglos después de que Lao pronunciara esta frase, la tradición salesiana inicia la celebración de la Gratitud, cuya primera ocasión tuvo lugar en el año 1849. Carlos Gastini y Félix Reviglio, dos alumnos del Oratorio de Valdocco, tuvieron una idea feliz; ahorrando durante muchos meses pudieron regalarle a Don Bosco en el día de su santo dos corazones de plata. El buen padre emocionado fijó este día como la Fiesta de la Gratitud, pensando que le haría bien a sus muchachos, “estimulando en ellos el respeto, el amor y el agradecimiento a los superiores” (Memorias Biográficas IX, 785-786).

Desde entonces, se viene celebrando esta fiesta en todos nuestros ambientes, ampliándola hoy a la comunidad educativa. Es un bonito día para dar gracias a Dios y a la Virgen, presente en nuestras casas, y reconocer que las hermanas y los seglares que comparten nuestra misión siguen haciendo realidad el “da mihi animas” de D. Bosco y el “a ti te las confío” de Madre Mazzarello.

La jornada del pasado domingo, día 28 de abril, comenzó en El Plantío con unos bonitos laudes para agradecer al Señor que en nuestra vida “todo es gracia”. Después del desayuno, tuvimos un rato libre para encontrarnos con las hermanas y seglares que venían a la fiesta desde los distintos puntos de España, y para visitar la exposición de labores y trabajos manuales realizados en las comunidades, sobre todo por las hermanas mayores, tejidos con amor y sentido de pertenencia, aunque muchas de ellas no estuvieran presentes.

A las once celebramos la Eucaristía, presidida por el D. Fernando García, inspector de la Inspectoría Santiago el Mayor (SSM). En su homilía, nos dejó estos tres recuerdos:

  1. Cultivar la fraternidad en todas sus dimensiones.
  2. Vivir en libertad en un mundo que tiende a manipularnos.
  3. Ejercer nuestra misión con la pedagogía de la bondad.

La música de la celebración estuvo muy bien preparada y animada por un coro de hermanas. En el ofertorio, junto al pan y el vino, se ofreció una cepa de vid, haciendo alusión a la liturgia del día: “Yo soy la vida”, y una cesta que contenía los sobres con el donativo que cada comunidad había decidido ofrecer a Madre General, para abrir una casa de acogida en Mozambique.

Al terminar la Eucaristía, en el momento de la acción de gracias, S. Charo Ten, inspectora, invitó a las hermanas del Consejo a expresar su acción de gracias y así lo hicieron recordando todo los ambientes y ámbitos de la Inspectoría. A continuación pasamos al colegio, donde la profesora de baile de las actividades extraescolares, había preparado un simpático espectáculo con las alumnas de infantil y primaria. Se comenzó por un tablao flamenco, donde disfrutamos de su “taconeo y su arte para mover el sombrero andaluz”, luego las alumnas de infantil nos deleitaron bailando algunos musicales infantiles y las de primaria se movieron al ritmo de las canciones de los años ochenta. Después de cada actuación, S. Charo Ten subía al escenario y se hacia una foto con las pequeñas artistas.

Fueron espectaculares las sevillanas bailadas por la profesora de baile y su pareja, que nos trasladaron a la bella ciudad de Granada de donde ella procedía. Como colofón de la fiesta, una hermana, recordando a Valencia, la ciudad de nacimiento de S. Rosario, le ofreció una muñeca vestida de fallera, aplicando a su misión de Provincial cada uno de los componentes este bonito traje regional. Ella cerró el acto agradeciendo a los padres de las pequeñas artistas su colaboración y presencia en este acto, y recordando a todas las hermanas y personas que hicieron posible esta celebración.

Pasamos al comedor del colegio donde degustamos un estupendo menú preparado con muchos detalles y un excelente servicio por el catering del colegio. Como remate de esta jornada nos reunimos ante la imagen de María Auxiliadora del jardín y allí tuvimos una pequeña oración mariana.

Volvimos a nuestras casas contentas y agradecidas, por tanto bien que cada hermana, cada comunidad educativa, hace silenciosamente en el lugar que vive y ejerce su misión con la ayuda de María, pues nosotras, como Don Bosco, podemos decir agradecidas: “Ella lo ha hecho todo”.

Olga Portero, FMA

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