27º Curso de Formación Permanente de Pastoral Misionera

Del 6 de octubre al 7 de noviembre de 2025 se llevó a cabo, en la Universidad Pontificia Salesiana de Roma, el XXVII Curso de Formación Permanente de Pastoral Misionera, al que asistieron 24 misioneras Hijas de María Auxiliadora (FMA) provenientes de diversas naciones: Alemania; Bélgica; Brasil; Corea; Cuba; Ecuador; Etiopía; India; Islas Salomón; Italia (Lombardía); Kenia; Papúa Nueva Guinea; Perú; Sri Lanka; Siria; Hungría; España; Timor Oriental.

Durante las cinco semanas de duración del curso, las participantes pudieron recibir de diversos docentes una formación teológico-espiritual, en un clima de fraternidad y comunión.

De nuestra inspectoría, Francisca Sotomayor, FMA, participó en esta formación y nos narra su experiencia en el siguiente testimonio:

Cuando recibí hace unos meses una llamada de teléfono inesperada invitándome a hacer un Curso de Formación Permanente de Pastoral Misionera en Roma me pareció algo grande y me costaba creerlo. Si siempre digo SÍ a lo que me piden, en ese momento no pude dudar y acepté.

 

Sabía que estaba ante un gran regalo y me dispuse a recibirlo como tal y agradecer inmensamente el que hubieran pensado en mí desde la Inspectoría.

 

Vi el programa y empecé a prepararme. ¡Quería vivirlo intensamente! Ahora que he vuelto me gustaría comunicar todo lo vivido pero necesitaría días y muchas hojas para escribir.

 

Hemos hecho el curso 24 hermanas de los cinco continentes. Primera riqueza. Hermanas en su mayoría con una trayectoria misionera en lugares lejanos de sus países de origen, pero con una experiencia muy rica que hemos compartido. Otras, como yo, misioneras de corazón en nuestra misma Patagonia. Entre todas hemos formado una auténtica familia y hemos compartido vivencias, clases, visitas, oración, reflexiones y el gran acontecimiento de la canonización de S. María Troncatti.

 

Comenzamos el curso recorriendo los lugares salesianos que tanto hablan a toda FMA. Mornese, Nizza, Chieri, Valdocco, Turín… Nunca imaginé que volviera a pisar estos lugares y he profundizado mucho más acompañadas siempre de un guía que nos volvía a explicar todo lo que significa cada rincón y cómo desde allí se empezó a expandir nuestro Instituto y toda la congregación salesiana.

 

Volvimos a Roma y participamos los dos días del Jubileo Misionero. Todo estaba bien calculado. Experiencia de Iglesia en la Plaza de San Pedro. Rostros de todos los países, banderas… todos unidos en torno al Papa y participando en la Eucaristía y en la audiencia especial para los misioneros. También un  precioso festival en la Urbaniana.

Y por fin empezaron las clases en el UPS. ¡Cuánto he aprendido! Han sido mañanas completas con cada profesor y con cada tema. Ahora me traigo muchos documentos, muchas presentaciones y ganas de volver hacia ellos para no olvidar los momentos fuertes en los que el Señor me ha hablado.

 

Las tardes han sido más tranquilas. Vivir en la Casa Generalicia también es otro regalo. Hermanas de muchos lugares, diversas lenguas, pero un solo corazón y una sonrisa y un saludo cuando nos cruzábamos por cualquier pasillo…

 

Hemos tenido encuentros con cada uno de los Ámbitos. Nos han dedicado tiempo para explicarnos su trabajo, sus objetivos y presentarnos a cada una de las hermanas que junto a cada Consejera forman cada uno de ellos.

 

La Madre, cercana, siempre atenta a saludarnos, un encuentro personal y presente en cada una de las cosas que hemos vivido. Buenas Noches especiales y hasta la imposición del crucifijo a una de nosotras que por motivos de viaje no podía quedarse en Turín el día 11. Todo un detalle que celebramos con las Consejeras que estaban en casa.

 

No puedo olvidar nuestro viaje a Asís. Mi santo. ¡Esa ciudad tiene algo especial! Todo habla y también teníamos programadas todas las visitas. Guías que nos metían en el corazón de Francisco y su amor a toda la Creación. Como anécdota de ese día fue la intensa lluvia que cayó cuando iniciábamos el regreso para coger el autobús. Estábamos en la calle y no encontramos refugio. Era de noche y no pudimos hacer nada para evitar calarnos… Luego fueron risas al ver cómo nos arreglamos para no permanecer mojadas.

 

Nos ha guiado en todo momento S. Anna María Guena y S. Pamela, a las que debemos gratitud por todo su trabajo y por ponernos todo tan fácil.

 

También S. Ruth, consejera del Ámbito de las Misiones, ha compartido con nosotras todo, hasta la mesa del comedor donde hemos podido conocerla más y poder contar siempre con ella.

 

Seguiría hablando, seguiría contando, pero… es demasiado lo que rebosa en mí y os quiero dejar solo lo que ahora siento: gran responsabilidad por haber participado y desenvuelto este precioso regalo, una deuda al Señor y a la Inspectoría que lo han hecho posible y un renovado empeño misionero allá dónde el Señor me quiera. También un gracias a mi comunidad que me han suplido durante casi 50 días. ¡Soy muy feliz!