Jóvenes dispuestos a dejar su huella en el mundo participan en el campamento social Emuná 4 en Cádiz
Del 20 al 26 de Julio, la ciudad de Cádiz se convirtió, un año más, en el escenario de una experiencia transformadora para 24 jóvenes procedentes de diferentes casas salesianas de Andalucía y Canarias. Allí, acompañados por el equipo de animadores y las Hijas de María Auxiliadora, fueron partícipes de una semana marcada por la fe, la amistad, la entrega y, sobre todo, el deseo de dejar huella en el mundo.
El campamento social ‘Deja tu huella en el mundo no fue el típico campamento de verano al que estaban acostumbrados. Fue, más bien, un espacio para encontrarse con uno mismo y con Dios y para ponerse al servicio de los demás. Pensado especialmente para jóvenes de entre 16 y 18 años, pertenecientes a Émuna 4, tuvo como objetivo principal ofrecer una experiencia profunda de compromiso cristiano, centrada en el servicio y el Evangelio, concretamente en las palabras de Mateo 25, 40: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis”.
Un campamento que se articuló en torno a tres tiempos clave: Tiempo de ser, tiempo de hacer y tiempo de convivir. Todo comenzó con la eucaristía de envío, donde los jóvenes recibieron la Cruz Dehoniana como signo del amor de Cristo que se da sin medida. Cada uno fue llamado por su nombre y respondió: “Aquí estoy”. Tras el envío, cada joven tuvo la oportunidad de participar durante la semana en cuatro experiencias distintas, rotando por diferentes entidades sociales:
- El comedor social María Arteaga (Hijas de la Caridad)
- El centro de día Santa Clara para personas mayores
- El proyecto de desayunos solidarios para personas sin hogar ‘Calor en la noche’
- El cole de verano con actividades para la infancia (Salesianas)
En cada uno de estos espacios, los jóvenes no solo ofrecieron su servicio, sino que aprendieron a mirar al otro sin prejuicios, con empatía y dignidad. Se entregaron a quien más lo necesita, descubriendo que, con cada pequeño gesto, construimos un mundo mejor.
Durante la semana, los jóvenes vivieron espacios de formación y oración que les ayudaron a tomar conciencia de su ser cristianos. Reflexionaron sobre temas como ‘Únicos para Dios’, ‘Marcados por Jesús’ y ‘Tras las huellas de Jesús’, acompañados también por testimonios vocacionales de personas comprometidas con la misión de Dios. Además, celebraron momentos de adoración, silencio personal y reflexión que les permitieron conectar con el amor de Dios, que nos llama y envía.
El ambiente del campamento fue una auténtica fiesta de alegría juvenil, esa que tanto caracteriza al MJS. Las actividades en la playa de Cádiz, las veladas nocturnas, el Bahía Park de Algeciras, entre otras actividades, favorecieron una bonita convivencia, donde cada joven se sintió parte de una gran familia.
Este campamento, a diferencia de otros, no terminó el día 26. Empieza ahora, en la vida cotidiana, donde cada uno está llamado a ser sal y luz, a entregar lo mejor de sí mismo, y a seguir dejando huella. “Sois enviados con amor. Porque cuando se sirve con amor, se deja huella en el mundo”.