Encuentro formativo de hermanas hasta 46 años de profesión en El Plantío
En el viaje de vuelta tras el encuentro de este fin de semana, aproveché para ojear el libro sobre la biografía de Madre Carmina escrito por S. Ciri. Justo antes de la presentación del mismo, recoge una preciosa cita del Papa Francisco en su mensaje para la 54ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que trascribo:
“Necesitamos una narración humana, que nos hable de nosotros y de la belleza que poseemos. Una narración que (…) cuente que somos parte de un tejido vivo; que revele el entretejido de los hilos con los que estamos unidos unos con otros”.
Al leerlo, tuve la sensación de que eso es algo de lo que habíamos vivido este fin semana. Estábamos convocadas las hermanas de hasta 46 años de profesión, y hasta El Plantío nos desplazamos 70 hermanas de toda la inspectoría. ‘Del límite al milagro’, rezaba el programa, haciendo referencia al texto evangélico de la curación de la hemorroísa que nos acompaña este año. Algunas lecturas compartidas previas ayudaron a caldear el corazón y a sentirnos en comunión.
Las sesiones han sido acompañadas por Teresa Gil y Angélica Morales, expertas en discernimiento en clave teresiana, que han hecho girar el fin de semana en torno a cuatro conversaciones. Cada una de ellas venía ritmada por pinceladas teóricas sobre el discernimiento, breves espacios de lectura personal de textos inspiradores, conversaciones en grupos y momentos de asamblea. Ese esquema, repetido para cuatro temas de interés: creando un suelo congregacional, vocación, vida comunitaria y fraternidad, identidad y sentido de pertenencia.
Realmente, como dice el Papa Francisco, con frecuencia lo que más necesitamos es narrarnos las unas a las otras para tomar conciencia y saborear que somos parte de un precioso tejido vivo que es la Vida Religiosa, narrarnos para revelar el entretejido de esos hilos que nos unen, esas cuerdas de cariño que nos unen al Señor y entre nosotras. ¡Qué necesario y qué constructivo es narrarnos las unas a las otras!
Hemos crecido en comunión y regresamos a nuestras comunidades con el deseo y con el compromiso de vivir desde lo profundo, lo esencial, y cuidándonos unas a otras, con el fin de reducir esa “brecha” que siempre hay entre lo que vivimos realmente y lo que deseamos vivir.
Gracias a la Inspectoría por favorecer este encuentro; gracias a las participantes por colaborar con la logística y ser corresponsables en la organización de la liturgia, la oración de la tarde, la velada…; gracias a Angélica y a Teresa, porque fue un gran regalo su acompañamiento cargado de serenidad, sencillez y sabiduría.
¡Gracias a Dios por hacer siempre posible el milagro desde nuestros límites, que no son pocos!
Autora: Paloma Redondo, FMA

