Las directoras se reúnen en El Plantío: ‘Fe que guía, amor que transforma’
Con la imagen de “la directora sujeta a dos bastones”, iniciamos nuestra caminata de enero las directoras de comunidades de España. Dos días de marcha sedentaria, compartiendo momentos de diálogo, oración y convivencia; acogiendo experiencias, comunicaciones, e ideas fuerza para continuar la marcha del curso con energía renovada.
Fuimos convocadas con esta llamada: ‘Fe que guía, amor que transforma’. Y respondimos. Y en El Plantío (Madrid), durante dos días (17-19 enero), pudimos experimentar lo que nuestra provincial, S. Rosario Ten, nos quiso transmitir: “La Fe, como bastón que guía, representa la confianza en Dios y en el camino que Él traza para cada una, y el Amor, segundo bastón, que transforma, nos recuerda que es a través del amor que se construyen relaciones auténticas y se vive la verdadera comunidad”. Y entendimos que “este amor no solo se refleja en acciones de servicio y cuidado, sino que también se convierte en un medio para la sanación y el crecimiento espiritual”.
Desde el primer momento, nos pusimos en disposición de peregrinas, abriéndonos a la acción del espíritu, para acoger información y comunicaciones, que siempre vienen cargadas de vida, esa vida que crece en cada presencia y que desborda en frutos de bien en nuestras obras educativas, en tantas plataformas sociales y hogares, y centros de tiempo libre…
Como “peregrinas y sembradoras de esperanza”, escuchamos las reflexiones que la hermana Mª José Tuñón compartió con nosotras, desde la clave de los acontecimientos eclesiales – documento final del Sínodo, Año Jubilar…- “dejemos, nos decía, que nuestro corazón acoja, acune, el desafío de ser pequeños, frágiles, vulnerables. Almacenando la esperanza en los rincones oscuros de la decepción y la resignación. Somos llamados a ser profetas, peregrinos y sembradores de costales nuevos de justicia, hemos de seguir caminando en tantas ‘caravanas’ como heridas tiene nuestro mundo. Y siempre “al lado del Espíritu que nos ‘despeina’. El Espíritu rompe nuestras monotonías e inercias…” Así, “peregrinas orantes con los ojos fijos en el Señor de la historia, apostemos por renovar nuestra fe, ‘que sea gozosa’, y nuestra ‘caridad entusiasta’”.
Sus palabras iluminaron nuestra mente y caldearon nuestro corazón, y la reflexión y la oración brotó espontánea y compartida: La esperanza y el cambio es posible. En todas está la voluntad de procurarlo. Y oramos, oramos por la paz: esa paz que sólo Dios puede dar a quien se deja desarmar el corazón. Oramos para seguir siendo en este año jubilar “peregrinos de esperanza».
Y celebramos con alegría – hasta con un bingo artístico y festivo, en la velada de la noche- que somos una gran comunidad con un pasado hermoso y un futuro abierto porque vamos esparciendo a manos llenas, como comunidades FMA y en misión compartida, semillas de esperanza.