Una inesperada lección de superación en los Juegos Salesianos Internacionales 2025
Amberes ha sido la ciudad anfitriona, en este año 2025, de los XXXIII Juegos Internacionales de la Juventud Salesiana. Este evento, que se celebró por primera vez en Malta en 1990, reúne chicos y chicas de diferentes países para participar en competiciones de diversas disciplinas deportivas.
“El objetivo principal es crear oportunidades regulares para la interacción social, el intercambio cultural, la socialización y la contemplación espiritual a través de la plataforma del deporte. Los Juegos, en línea con los principios salesianos, sirven como medio para promover el juego limpio, la paz, la solidaridad y valores esenciales como el respeto, la libertad, la justicia y la amistad”, se lee en la web oficial de los Juegos.
Un participante del colegio Salesianas El Plantío-Majadahonda cuenta la especial experiencia que tuvieron este año:
«Un grupo de chicos y chicas adolescentes emprendimos recientemente una aventura única con destino a Amberes, Bélgica, para participar en los Juegos Salesianos Internacionales, donde competimos en disciplinas como voleibol, fútbol, baloncesto y tenis de mesa. Sin embargo, lo que prometía ser un viaje tranquilo en avión dio un giro inesperado: el vuelo fue cancelado a última hora.
Con el tiempo en contra y la ilusión intacta, el grupo se enfrentó a una difícil decisión: ¿cancelar el viaje y perderse la experiencia o lanzarse a una travesía de 25 horas en autobús? Sin pensarlo demasiado, optamos por la segunda opción. Y, aunque el trayecto fue largo y agotador, se convirtió en el verdadero inicio de la aventura.
Durante esas 25 horas, hubo risas, canciones, siestas interminables y muchas conversaciones entre compañeros que, hasta entonces, apenas nos conocíamos. El bus se transformó en un espacio de conexión, donde nacieron amistades inesperadas y también alguna que otra pequeña rivalidad, porque no todo podía ser perfecto.
Una vez en Amberes, la experiencia se enriqueció aún más. Los jóvenes no solo competimos con pasión, sino que también compartimos momentos con chicos y chicas de distintas nacionalidades, aprendiendo sobre otras culturas y practicando inglés en un entorno real y divertido.
Al finalizar los seis días, volvimos a casa cansados pero felices, con nuevos valores salesianos en el corazón, técnicas deportivas mejoradas y una historia para contar por siempre. Porque esta aventura no fue solo una competición: fue una lección de vida, compañerismo y superación que todos deberían vivir al menos una vez».