Abriendo puertas a nuevas historias en el campamento de Valponasca

Del 8 al 17 de julio, un grupo de 40 chicos y chicas, participantes de los programas socioeducativos de la Asociación Valponasca en León y Madrid disfrutaron de su campamento de verano en San Martín de la Vega del Alberche (Ávila), acompañados por un equipo de ocho educadoras entregadas a hacer de esta experiencia algo inolvidable.

Bajo el lema ‘El Ministerio del Tiempo’, la temática del campamento invitó a viajar por distintas épocas de la historia —desde la prehistoria hasta la edad contemporánea, pasando por los romanos y la edad media— con una misión clara: vivir aventuras sin alterar el curso de la historia.

Cuatro grupos, con nombres tan sugerentes como Los Patrulleros Temporales, Tempo, Los 3600 y Los Guardianes de la Historia, fueron los encargados de dar vida a esta travesía.

Cada mañana comenzaba con los buenos días, abriendo simbólicamente una puerta tras la que se escondían preguntas como: ¿Quiénes son invisibles hoy en día? ¿Qué significa ser libre? ¿Puede lo que hago cambiar el mundo? Un espacio para pensar, compartir y conectar antes de arrancar con las actividades del día.

El ritmo del campamento estuvo marcado por emocionantes gymkanas, juegos, refrescantes baños en el río Alberche y momentos compartidos alrededor de la mesa. Por las tardes, los talleres de «destrezas tradicionales» fomentaron la creatividad con propuestas como tejer corazones, modelar arcilla, crear llaveros con nudos o realizar retratos con hueveras recicladas.

Las excursiones fueron otro punto álgido: el día 10 visitaron Barco de Ávila, disfrutando de un juego por el pueblo y un baño en el río. El sábado, vivieron emocionantes partidas de paintball, y el lunes 14 exploraron la piscina natural de Hoyos del Espino, cerrando el día con una multiaventura llena de adrenalina entre tirolinas y puentes suspendidos en los pinares de Gredos.

Las veladas también dejaron una huella profunda con juegos como el mítico Cluedo, el Linternazo o la Bandera. Y, cada noche, las «horas de paz» invitaban a parar y mirar hacia dentro: reflexiones sobre el corazón, el efecto mariposa o la importancia de nuestros actos.

El campamento culminó con una gran fiesta medieval llena de alegría: bailes, teatro de marionetas, recital de poesía y mucha celebración. No faltaron los detalles especiales para cada participante y para el equipo educativo, reconociendo el esfuerzo y la dedicación de todas las personas involucradas. Así, con la mochila llena de recuerdos y emociones, se cerró este campamento que, sin duda, dejará una huella imborrable en la memoria y el corazón de todas y todos los que lo vivieron. Porque algunas puertas, una vez abiertas, ya no se vuelven a cerrar.

Fuente: Asociación Valponasca